martes, 20 de enero de 2009

NECESITAMOS UNA NUEVA CULTURA (Parte III)


Por: Laureano Mones Cazon
11 de agosto de 2008

En esta tercera parte, se nos proponen acciones concretas para desarrollar una cultura centrada en el trabajo. El autor espera que la lectura de estos tres artículos genere un debate de donde surjan discusiones y nuevas ideas que enriquezcan al conjunto. ¡Manos a la obra!

¿Cómo se puede colaborar en el surgimiento de una nueva cultura? Como hemos
visto antes, el valor central debe ser, por sí mismo, una respuesta a los problemas que necesitamos superar. Entonces, y solo entonces, tendrá la coherencia intrínseca que aglutinará voluntades. La idea comenzará a difundirse y, si es adecuada a los problemas, a las soluciones y al contexto, adquirirá, en algún momento, una dinámica inmanente. Parecerá haber adquirido vida propia y difundirse sin esfuerzo. El consenso a su alrededor será casi espontáneo. Como decía Víctor Hugo: Se puede detener el ataque de un ejército, pero no una idea cuyo tiempo ha llegado.
Pero hemos de prepararnos para no ver los frutos de nuestro esfuerzo. Una
cultura siempre se construye gradualmente. Al principio, las ideas parecen no llegar a nadie, no difundirse. Sin embargo, si están de acuerdo con lo que el hombre es en su estructura interna más íntima y son reconocidas como necesarias, en algún momento "su tiempo habrá llegado".
Las verdades escritas en el corazón humano, las verdades que puede entenderse a través de la razón y, por tanto, constituir la base de un diálogo profundo y universal, pueden permitir la construcción de una cultura centrada en el trabajo y una civilización digna de la persona humana.
Por ahora nuestro trabajo será vivir, amar y explicar, toda vez que tenga sentido,
el ideal cultural que nos mueve. Pero en esta contribución para que surja una cultura del trabajo hemos de prestar mucha atención a las ideas que difundimos con nuestras palabras y actitudes. Debemos recordar que la comunicación genera cultura y que la cultura genera, a su vez, comunicación.
No podemos repetir, ni en broma, frases que se oyen hoy, con muchísima
frecuencia, como "No veo el momento que llegue el fin de semana", o "pobrecito,
mañana empieza el colegio", ó la famosa "si el trabajo es salud, que trabajen los
enfermos"...
Lo primero que hemos de modificar es esa dicotomía, muy difundida, de creer
en lo más íntimo, que el trabajo es un valor fundamental, pero en nuestra comunicación
diaria, ridiculizarlo y hacer chistes sobre el tema, para parecer simpáticos.
La cultura siempre se construye a partir de la propia conciencia. Hemos de vivir
coherentemente primero lo que, más adelante, queramos proponer a los demás. Con
ciudadanos que vivan lo que prediquen, la educación, a través de la familia y de la
escuela, volverá a ser el medio para difundir y consolidar la nueva cultura.
La educación será la piedra angular y no podrá limitarse a cultivar la inteligencia
y la voluntad. No basta con formar buenos profesionales. Además, deberán ser buenas personas, que estén "a favor de los demás", que valoren la honradez, que amen la verdad, que estén dispuestos a enfrentar el esfuerzo y a sostenerlo.
Goethe dijo que "si al hombre se lo trata como es, se hace peor. Al hombre hay
que tratarlo según lo que debe ser". Hemos de animar a todos a mejorar, a buscar
siempre lo mejor.
La familia, apoyada por la escuela, tiene aquí un papel principal. Y todos los
sectores de la sociedad, si el nuevo sistema de ideas es aceptado, irán plasmando en sus vidas la nueva cultura.
Hará falta que las artistas canten, reciten y cuenten estos ideales. Los versos de
Belisario Roldán, al caballito criollo, podrían servir de primera imagen de esta cultura
del trabajo que debiera identificar, en el futuro, a nuestra Patria.

-¡Caballito criollo del galope corto,
del aliento largo y el instinto fiel,
caballito criollo que fue como un asta
para la bandera que anduvo sobre él!

¡Caballito criollo que de puro heroico
se alejó una tarde de bajo su ombú,
y en alas de extraños afanes de gloria
se trepó a los Andes y se fue al Perú!

¡Se alzará algún día, caballito criollo,
sobre una eminencia un overo en pie;
y estará tallada su figura en bronce,
caballito criollo que pasó y se fue!

Estos versos también podrán inspirar nuestro desafío de desarrollar una cultura
centrada en el trabajo. Habremos de alejarnos de la confortable sombra del ombú y en alas de grandes afanes buscar horizontes de gloria para nuestra querida Patria. El poeta agrega que deberemos apuntar alto y trepar cumbres. Nuestras disposiciones se dan por descontadas. El poeta confía en nosotros y nos trata no como somos sino como deberíamos ser.

El autor, con gratitud, se reconoce en deuda con el Pbro. Raúl Lanzetti, sin cuyas ideas no
hubiese podido escribir estos artículos.

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